El lunes pasado llegó Tommaso a nuestra clase con una bolsa llena de almendras.
Las había cogido de un almendro que hay en su campo.
Nunca habíamos visto almendros en flor, así que observamos varias imágenes.
Muchos coincidieron en que parecía que les había caído nieve encima.
Como necesitábamos un martillo para partir las almendras de Tommaso, les aseguré que al día siguiente llevaría uno de mi casa y así lo hice.
Ayer martes, durante la asamblea, me dispuse a partir las almendras que había traído Tommaso.
Una vez partidas, cada uno fue cogiendo una, mientras esperaban a que todos tuvieran la suya, y luego la pelaron y se la comieron.
¡Las miraban con tal devoción y se las comían con tanta parsimonia que parecía que no habían comido almendras en su vida!
Quien quiso pudo seguir comiendo hasta que se acabaron.
Si nos queréis ver, poned los altavoces y haced doble click sobre la flechita:
Cuando terminamos de comernos las almendras, pasamos a pintar en una cartulina lo que habíamos vivido.
Quisieron hacerlo con pintura así que... ¡manos a la obra!
Como siempre, antes escribimos juntos la palabra almendro en la pizarra.
Si nos queréis ver, haced doble click en la flechita:
¡Muchas gracias a la familia de Tommaso por esta rica y nutritiva aportación!
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