martes, 28 de diciembre de 2010

LA VIDA Y LA MUERTE

Continúan los primeros contactos con la muerte al hablar de la vida… y con la vida al hablar de la muerte ;
La muerte es un tema difícil que, de una forma u otra, siempre acaba llegando a nuestras aulas de Infantil.
Es complicado tratarlo, pero al mismo tiempo necesario. Al fin y al cabo, la muerte es la vida misma…
Algun@s de mis niñ@s ya han tenido alguna experiencia  más o menos cercana, así que hablan sobre el tema de una forma casi sencilla y natural.
Y digo casi, porque deja de ser sencilla cuando se ahonda un poquito más y tratamos de expresar con palabras aquello que pensamos o sentimos.
Al final siempre afloran las emociones, y los sentimientos verdaderos nos desbordan.
Una mañana, durante la asamblea, hablamos sobre los dólmenes, esas enormes construcciones de piedra que servían a los hombres primitivos como sepulcro para enterrar a quienes fallecían. Hemos hablado en días anteriores sobre la dificultad para construirlos debido a su enorme peso.
Sin embargo, en esta ocasión empiezan a hablar del tema de la muerte  y de los enterramientos.
El día anterior pusimos un vídeo de “Érase una vez el hombre” en el que se ve cómo el sabio maestro (todo cubierto de pelo blanco), muere.




Jose: Es que los hombres primitivos se murieron todos, igual que los dinosaurios. Por eso ya no hay.
Rafa: Y el maestro era ya muy viejecito y por eso se ha muerto.
Víctor: Pues yo creo que también se morían porque se ponían malitos.
Adam: Pero yo he visto a una niña así, chiquitita, que “sa morío” (señala con la mano una estatura baja).
Víctor: Es que a veces, cuando alguien está muy, muy malito, se muere.
X: Y a veces se mueren con las bombas y con las pistolas.
Elías: Pero los hombres primitivos no tenían bombas ni pistolas.
Andrea: (con tristeza) Pero se morían…
(Estas últimas intervenciones hacen que se entristezca bastante el ambiente de la clase.  Algunas caritas adoptan un semblante algo angustiado. Me dispongo a intervenir cuando Víctor, intentando quitar un poco de hierro al asunto, desvía un poco la conversación).
Víctor: Y al maestro lo enterraron en el suelo, para que no se lo comieran los animales.
Elías: Sí, igual que cuando enterraron a otro hombre que se murió. Hacían un agujero y lo metían dentro.
Rafa: A mí me da pena que se haya muerto el maestro porque era muy bueno.
Andrea: Y se llenaba entero de tierra, y también los ojos.
Manu: Pero cuando se mueren se van al cielo y desde allí lo pueden ver todo.
Rafa: Sí, como los abuelitos cuando se mueren, que se van al cielo.

Se respira de nuevo cierto aire de tranquilidad. Parece que necesitaban un poco de alivio, y estas últimas palabras les han reconfortado.
Creo que por hoy ha sido suficiente.
Aprovecho para dar por terminada la conversación, al menos por el momento.
Como digo, es un tema que siempre llega a nuestras aulas y en algún otro momento, quién sabe cuándo… continuará

6 comentarios:

Cristóbal Gómez Mayorga dijo...

Sólo las personas profundas son capaces de ver la vida en la muerte y la muerte en la vida. Como tú.
Besitos y gracias por el trababajazo que te has dado al crear el blog.
xtobal

Eva dijo...

Gracias a ti, siempre. Besos.

Anónimo dijo...

Me parece maravilloso, entrañable y justo lo que se necesita hoy en día
para que el árbol crezca derechito. Tú eres un rodrigón perfecto para ello.
Se aprecia la enorme dedicación y amor que pones en tu trabajo. ¡Ojalá
hubieras sido mi maestra! Aunque ya lo eres en mucas disciplinas, como
la de vivir.
Gracias

Eva dijo...

Sí, anónimo, ya veo que no has puesto tu firma...
Pero incluso de no haber sabido quién eres, estoy segura que te hubiese reconocido igualmente.
Gracias por tus palabras y por tu cariño, querida amiga.
Eva.

Anónimo dijo...

Gracias por ser como eres Eva! Esta tema nos toca demasiado cerca pero veo q mi hijo tenia las respuestas como tenia q ser. Eres genial. Un beso grande

Eva dijo...

Supongo que eres Rafi.
Ya ves las intervenciones de tu hijo... siempre tiene algo que decir y eso es genial porque expresa aquello que siente. De eso se trata.
¡Gracias a vosotros! Un beso